FUNDADORES

VIDA DE SANTA MARÍA DOMINGA MAZZARELLO

María Mazzarello, conocida familiarmente como Maìn, nació el 9 de mayo de 1837 en Mornese, un pueblo del Piamonte al Norte de Italia. Fue la primogénita de 7 hermanos.

Sus padres, José y Magdalena eran campesinos, gente sencilla y de fuertes convicciones cristianas que supieron transmitir muy bien a sus hijos.

Maìn no pudo asistir a la escuela porque en Mornese no había, además en aquel tiempo sólo era para los chicos. Pero sí aprendió a leer y a hacer cuentas ayudada por su padre.

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De su padre aprendió también el valor del trabajo y el sentido de Dios en la vida. De su madre adquirió el sentido práctico de las cosas, su carácter desenvuelto, alegre y el amor a la Virgen bajo el nombre de Auxiliadora, ya que los mornesinos le habían dedicado una Capilla muy cerca de la casa de los Mazzarello.

En el año 1843 toda la familia se traslada de Mornese a la Valponasca, una alquería situada en una colina que distaba tres cuartos de hora del pueblo y en la que su padre trabajaba en el campo como arrendado de los marqueses Doria.

Main ayuda a su madre en las labores de la casa, en el cuidado de sus hermanos y también acompaña a su padre en los trabajos del campo. Era una joven fuerte y llena de energía, tanto que los trabajadores de su padre la temían porque, en muchos momentos, los superaba en las tareas del campo.

La distancia de la Valponasca no supuso para Main una dificultad para la asistencia a las celebraciones de la Parroquia con sus amigas.

En el año 1858, la familia Mazzarello vuelve a Mornese, María tenía 21 años. Ella acogió con alegría la decisión de la familia, ya que el cambio de casa supondría estar más cerca de la Parroquia y de sus amigas con las que había iniciado a los 17 años, dirigidas por el Párroco Don Pestarino, la Pía Unión de las Hijas de la Inmaculada para vivir con más radicalidad su compromiso cristiano de oración y de apostolado desde la catequesis, los encuentros formativos con las madres y el cuidado a los enfermos.

En este grupo María Mazzarello, junto con sus amigas, vivieron una fuerte experiencia de laicado femenino al servicio del pueblo y, sobre todo, de las mujeres y de las jóvenes más necesitadas.

En el año 1860 estalló el tifus en Mornese. También la familia Mazzarello se vio afectada. Don Pestarino, que la conocía bien, le propuso ayudar a sus familiares enfermos. Desde el primer momento María Mazzarello es consciente de la gravedad de la situación e intuye que el riesgo de contagio es claro. Pero a pesar de ello decide hacer este acto de caridad y responde afirmativamente sin medir esfuerzos.

Los parientes se recuperan de la enfermedad, pero Main se ve afectada por el tifus. Su salud y su fortaleza física a los 23 años se vio deteriorada, pero no así su fortaleza espiritual. En esta experiencia dolorosa supo descubrir una clara invitación por parte de Dios a entregar toda su vida a las jóvenes: «A ti te las confío». Dejará las labores del campo para las que ha perdido las fuerzas y con su amiga Petronila aprenderá a coser en casa del sastre. Pronto, en 1862, montarán un taller para las jóvenes de Mornese. Su objetivo es claro: además de asegurarles un oficio les ayudarán a conocer y amar a Jesús y a María.

Este es el inicio de otras propuestas educativas a favor de las jóvenes más necesitadas de Mornese, que Main junto con otras jóvenes del grupo de las Hijas de la Inmaculada pondrán en marcha. En 1863 se inicia el oratorio dominical con sus momentos de oración, catequesis, juegos, salidas al aire libre… y también un pequeño internado con dos niñas que quedaron huérfanas de madre. En octubre de 1867, María Mazzarello y otras jóvenes se deciden a dejar a sus familias para vivir en grupo y compartir la oración y el cuidado de las niñas y jóvenes más necesitadas. Se instalan en la Casa de la Inmaculada. Algo nuevo ha nacido ya.

En el año 1864, invitado por don Pestarino, Don Bosco llega a Mornese. Don Bosco conoce al grupito de las Hijas de la Inmaculada, en este encuentro María Mazzarello intuye: «Don Bosco es un santo y yo lo siento». La joven mornesina descubre su gran sintonía con Don Bosco. Ellas allí en Mornese están haciendo con las chicas lo mismo que él está haciendo en Valdocco con los chicos. Sin saberlo aquellas muchachas estaban encarnando el carisma salesiano en femenino desde su experiencia de mujeres comprometidas en la Iglesia y en su entorno.

El 5 de agosto de 1872, María Mazzarello junto con 14 jóvenes más se convierten en las primeras Hijas de María Auxiliadora.

María Mazzarello, se convirtió en la Superiora del naciente Instituto. Madre Mazzarello ocupaba dignamente su puesto en la primera «casa de educación» de las Hijas de María Auxiliadora. Era ella que, en colaboración las maestras y asistentes, acogía a las educandas siguiéndolas una a una, tenía los contactos con sus familias, favorecía la preparación de las maestras, guiándolas en la formación, contribuía a crear un ambiente sereno, rico de religiosidad fervorosa, de buen sentido y de amabilidad sincera; asimilando el método educativo de don Bosco, inaugura el inicio de una nueva tradición educativa femenina salesiana.

Lo que caracterizó hasta el final a María Mazzarello fue siempre su explícita intención de estar allí donde eran más vivas y urgentes las necesidades de las muchachas para llevar una respuesta concreta, adecuada y lo más integral posible. Por un sobresaliente don de realismo y de prudencia María Mazzarello era capaz de intuir aquello que se debía hacer en el momento oportuno.

María Mazzarello iba experimentando el deterioro de su salud, pero su amor a las hermanas de cerca y de lejos la llevaba a ellas a través de sus visitas y de sus cartas: fue así una verdadera animadora y acompañante espiritual los años que vivió como superiora e Hija de María Auxiliadora.

Su vida llegaba a su fin y el día 14 de mayo de 1881, a los 44 años, moría rodeada de las jóvenes y de las hermanas. Dejaba el Instituto, que apenas contaba con 9 años de vida, extendido por 4 naciones con 26 casas, 166 hermanas y 50 novicias.

La iglesia reconoció el 14 de mayo de 1951 que en su vida y en su obra había sabido unir muy bien una profunda experiencia evangélica y que la vivió en la sencillez, en la alegría y en la entrega a las niñas y jóvenes más necesitadas. Por ello la declaró santa.

 

VIDA DE DON BOSCO

El 16 de agosto de 1815 nace Juanito Bosco, en el caserío de I Becchi, Castelnuovo D´Asti, entre las colinas de Monferrato a 30 km de Turín, capital de Piamonte.

Tiempos de hambruna, desocupación y crisis campesina. El Congreso de Viena reorganiza Europa tras la caída de Napoleón y restaura las monarquías europeas.

Casi a los dos años mamá Margarita le dice: «ven Juan ya no tienes padre». La orfandad y pobreza constituyen su infancia. A sus nueve años Juan tendrá un sueño que será un primer indicio de sus búsquedas vocacionales y del proyecto que Dios tenía para él y para millones de jóvenes.

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Juan crece con muchas dificultades, pero con la ayuda de personas muy concretas descubre la paternidad de un Dios que lo sostiene y acompaña en lo cotidiano: don Juan Calosso, que con las primeras letras le enseña lo importante que es tener un «amigo del alma» en quien confiar, atiende sus necesidades de contención y de estímulo para el estudio.

Después de la muerte de don Calosso, las ciudades de Castelnuovo y de Chieri son el espacio donde Juanito estudia y trabaja en preparación para el sacerdocio, Dando lecciones particulares, siendo mozo de café, aprendiz de sastre y otros oficios Juan se va costeando los estudios con la ayuda de su madre.

Con sus amigos de escuela forma la «Sociedad de la Alegría», por la cual hace una experiencia de la amistad compartida que ayuda a cumplir con el deber cotidiano y a mirar la vida desde la fe.

En 1841, ya sacerdote, es don José Cafasso, su confesor y padre espiritual, quien lo ayuda a ir al encuentro de los jóvenes más abandonados de Turín: los muchachos que pueblan la cárcel.

Recorre las calles de Turín descubriendo en el rostro de tantos chicos explotados por sus patrones, de tantos otros desocupados y abandonados a sí mismos, el llamado de Dios a ser padre, maestro y amigo. Desde su propia historia de orfandad y pobreza, releyendo los signos de la presencia tierna y fuerte de la paternidad divina en su vida, dará respuesta concreta a esa juventud pobre, abandonada, en peligro y peligrosa. Juanito se hará entonces Don Bosco, y Don Bosco será Casa, Patio, Escuela, Parroquia para sus jóvenes.

Desde los talleres y las aulas de Valdocco el Oratorio se expande a Francia y a España. Se hace misionero, y su Obra cruza el océano para llegar a América.

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